El 23 de agosto de 1812 el ejército patriota a
las órdenes del general Manuel Belgrano lleva a cabo lo que se
conoce como el “éxodo jujeño”. El Éxodo Jujeño fue la retirada hacia
Tucumán que, cumpliendo parcialmente la orden de evacuación
hasta Córdoba impartida por el Primer Triunvirato de las Provincias
Unidas del Río de la Plata, emprendió —el 23 de agosto de 1812— el
Ejército del Norte, comandado por el general Manuel Belgrano, y la
población de San Salvador de Jujuy —que abandonó completamente la ciudad
y sus campos— como respuesta estratégica ante el avance del Ejército
Realista proveniente desde el Alto Perú y cuya retaguardia fue protegida
por el mayor general Eustoquio Díaz Vélez, resistiendo el acoso
enemigo. El rigor de la medida debió respaldarse con la amenaza de
fusilar a quienes no cumplieran la orden. Los realistas pretendieron
bajar por la Quebrada del Toro para cortar la retirada de los
rioplatenses. El brigadier Tristán envió sus avanzadas a hostilizar a
los que se retiraban, dirigidos por el coronel Agustín Huici. Éste
alcanzó a la columna sobre el río de las Piedras, entablándose el
combate de Las Piedras. La rápida reacción de Díaz Vélez logró allí una
victoria, cayendo en poder de los independentistas el mismo Huici. El
éxito obtenido en el combate de Las Piedras por Díaz Vélez alentó a
Belgrano a detener la marcha. Ya desde antes, Belgrano se había
apercibido que retirándose hasta Córdoba en espera de la ofensiva de los
realistas, éstos podrían fácilmente esquivar las defensas en Córdoba y
avanzar directamente sobre Buenos Aires.
De modo que, invitado por los tucumanos —y contando con la colaboración de la poderosa familia Aráoz, emparentada con su segundo, Díaz Vélez, y con el joven teniente Gregorio Aráoz de Lamadrid— y desobedeciendo las órdenes impartidas desde Buenos Aires de retirarse hasta la ciudad de Córdoba, se trasladó hacia San Miguel de Tucumán, donde esperó al ejército de Tristán.
Comunicó esta decisión al Triunvirato, pero Rivadavia le contestó ordenándole nuevamente seguir viaje hacia Córdoba. Cuando esa orden llegó, Belgrano ya había derrotado a Tristán en la batalla de Tucumán —la más importante en la Guerra de Independencia de la Argentina— y había obligado a las tropas realistas a retroceder hacia el norte. De ese modo, los independentistas recuperaron el control de esa región, control que se hizo completo con una segunda victoria en la batalla de Salta.
Por otro lado, la victoria de Tucumán causó la caída del Primer Triunvirato y su reemplazo por el Segundo Triunvirato, que apoyó más decididamente al Ejército del Norte sin descuidar a Montevideo.
Como símbolo patrio, la misma bandera fue donada por el general Belgrano al Cabildo de Jujuy el 25 de mayo de 1813, como premio y homenaje a ese pueblo que lo acompañó en el éxodo del 23 de agosto de 1812, y que posibilitó los triunfos de Las Piedras, Tucumán y Salta. Su tela es de raso, consta de tres paños y lleva pintado el escudo de la Asamblea del Año XIII. Su confección y pintado se realizó en la ciudad de San Salvador de Jujuy.
De modo que, invitado por los tucumanos —y contando con la colaboración de la poderosa familia Aráoz, emparentada con su segundo, Díaz Vélez, y con el joven teniente Gregorio Aráoz de Lamadrid— y desobedeciendo las órdenes impartidas desde Buenos Aires de retirarse hasta la ciudad de Córdoba, se trasladó hacia San Miguel de Tucumán, donde esperó al ejército de Tristán.
Comunicó esta decisión al Triunvirato, pero Rivadavia le contestó ordenándole nuevamente seguir viaje hacia Córdoba. Cuando esa orden llegó, Belgrano ya había derrotado a Tristán en la batalla de Tucumán —la más importante en la Guerra de Independencia de la Argentina— y había obligado a las tropas realistas a retroceder hacia el norte. De ese modo, los independentistas recuperaron el control de esa región, control que se hizo completo con una segunda victoria en la batalla de Salta.
Por otro lado, la victoria de Tucumán causó la caída del Primer Triunvirato y su reemplazo por el Segundo Triunvirato, que apoyó más decididamente al Ejército del Norte sin descuidar a Montevideo.
Como símbolo patrio, la misma bandera fue donada por el general Belgrano al Cabildo de Jujuy el 25 de mayo de 1813, como premio y homenaje a ese pueblo que lo acompañó en el éxodo del 23 de agosto de 1812, y que posibilitó los triunfos de Las Piedras, Tucumán y Salta. Su tela es de raso, consta de tres paños y lleva pintado el escudo de la Asamblea del Año XIII. Su confección y pintado se realizó en la ciudad de San Salvador de Jujuy.