En la contratapa, Raúl Santana dice:
En una vertiginosa caminata, la voz de Ana Arzoumanian hace vibrar las cuerdas, precipita al lector en una canción que sale a borbotones, buscando o buscándose. La escena está situada en la ciudad de Manhattan, pero el poema es mucho más que las abigarradas enumeraciones de sus interminables estímulos: así, será el punto de partida de un doloroso viaje iniciático donde el pasado se va asomando de a poco como una revelación.
En este libro lo íntimo y lo éxtimo se juegan en una cerrada ceremonia de amor-odio, abriendo invisibles cicatrices que - parafraseando a Adorno - marcan las estaciones donde se detuvo la esperanza.
Káukasos: palabra-llave que la autora inventa con otra grafía para nombrar la singularidad irreductible de su origen: el Cáucaso, al que en su sonido se adhiere la palabra "casos". En su transfigurado viaje, Ana Arzoumanian se presenta como un caso del Cáucaso, que de pronto cambia de nombre al decirle al turco: "... Ahora es mi nombre", para terminar con esta rotunda afirmación: "Ozgur, yo/ soy armenia".