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domingo, 25 de agosto de 2013

Viajes extraordinarios

Verne Club es el bar del talentoso bartender Federico Cuco y propone un homenaje a la obra de Julio Verne. Un viaje al centro de la coctelería, con tragos de distintas ciudades del mundo, de autor y con bebidas nacionales. Lujo para curiosos. 

Por Laura Litvin 

La aventura que propone Verne Club es osada e inteligente. Quién se siente a la barra y acepte el juego, tendrá la posibilidad de realizar varios viajes sin tiempo ni espacio, todos en el mismo lugar. El primero es un homenaje a la obra de Julio Verne y es a la vez el disparador de otros viajes: el de la vuelta al mundo en ocho cocktails; el del rescate de tragos históricos de la Argentina y el recorrido por los tesoros que se exhiben en la amplia barra. Detrás o al frente, la mano maestra del bartender Federico cuco y su socio, Germán Lacanna. Si tuvo la suerte de leer alguna de las novelas de Verne y saber de qué se trata la estética retrofuturista, encontrará guiños, pistas aquí y allá que harán de la experiencia una todavía más interesante. Pero vayamos por parte, aquí intentaré ofrecerle un pantallazo de lo que podrá disfrutar en Verne Club. 

AMBIENTE. La decoración es la primera cosa que interpela al visitante con pistas sobre la obra de Julio Verne. No bien se ingresa, uno tiene la sensación de entrar en el Reform Club, el salón inglés donde comienza el viaje de Phileas Fogg, el protagonista de La Vuelta al mundo en 80 días. Alfombras que delimitan livings con sillones de cuero marrón con capitoné, mesas bajas, lámparas perfectamente ubicadas creando un ambiente íntimo. Más al fondo, la imponente barra coronada por los tentáculos de un kraken, ese monstruo gigante y mítico, personaje de la novela Veinte mil leguas de viaje submarino, con taburetes giratorios sólidos y muy cómodos. En la mesada de la barra, engranajes incrustados, mecanismos que remiten a la estética retrofuturista. En las paredes, planchas de metal oxidado que asemejan las de un submarino. Hay más detalles, búsquelos, los identificará con gusto. 

CONCEPTO. “Es un viaje al centro de la coctelería mundial”, dice Lacanna quien conoció a Federico Cuco (maestro bartender con gran prestigio y talento en la escena nacional) por Twitter. Lacanna supo leer el deseo de Cuco de abrir un bar “en el que se pudieran tomar Manhattan y servir panchos” (histórica tradición de los mejores bares del mundo), como escribió en su blog () y así se lo propuso. “Nos conocimos y emprendimos este viaje, ahora el nuestro, para armar Verne. Yo junté todos mis saberes, soy licenciado en letras, viví diez años en Francia trabajando en la universidad, adoro la obra de Verne y las bebidas. Federico hizo lo suyo armando la carta y la propuesta integral, viajó a París para elegir cosas especiales; otros artistas colaboraron en el diseño de objetos, fue todo un proceso”, cuenta. 

QUÉ TOMAR. Verne Club es un bar. No un restaurante. Por esto está abierto todos los días a partir de las 21. Por supuesto, hay bocados para acompañar los tragos (ya hablaremos de ellos, porque merecen su párrafo), pero el concepto aquí es ofrecer una coctelería de excelencia. Verne recupera la tradición de los craftbars de fines de siglo XIX y prinpicios del XX; bares artesanales donde se inició la coctelería. “Son tragos simples, elegantes, con no más de tres ingredientes, en general gin y whisky. Es una carta arriesgada, proponemos la vuelta al mundo en ocho cócteles, uno por cada una de las ciudades por las cuales pasa Phileas Fogg en la novela”, introduce Lacanna. La carta ofrece distintas secciones: la ya mencionada “La vuelta al mundo en 8 cócteles” (pruebe el Opium Fashioned ($ 60) en homenaje a Hong Kong, una creación de Cuco con almíbar de té negro, Bourbon, bitter de naranja y humo o el Manhattan a la antigua ($ 50), esta vez en honor a New York, con whisky americano, vermouth rosso, bitter, marraschino y absenta). Luego sigue una sección especial de degustaciones: por ejemplo de absenta ($ 65). Pruebe las francesas de Pontarlier y las checas, servidas en la fuente de absenta original), vodkas y whiskys (pruebe los japoneses Nikka, entre otros). Otra sección propone versiones de Martini y Negroni (el de la casa es el Phileas Fogg Martini, que mezcla distintas bebidas de cada ciudad, $ 60. No podía faltar el Clarito ($ 45), una de las reivindicaciones de Cuco. Por último, la sección “Faro del fin del mundo”, con bebidas de larga tradición en las barras nacionales como hesperidina, legui, grapa, cinzano, hierroquina. No importa el trago que elija, siempre será un viaje al sabor. 

CON QUÉ ACOMPAÑAR. El chef Yago Márquez armó una carta de hot dogs con distintos aderezos y también hay picadas (promedio $ 65) con nombres que remiten a Verne: El rayo verde (vegetariana), De la Tierra a la Luna (fiambres y quesos) y 20.000 leguas, una de mar. Un viaje de ida.