(Diego Pintos) La legendaria banda de los ochenta celebró los 30 años del álbum "Y ahora qué pasa, eh?" ante un Luna Park lleno.
Todo se oscureció, suavemente, poco a poco. El Luna Park se rebautizó como Luna Punk. El griterío era de lo más disonante. Todos querían decir algo, pero nadie sabía bien qué. Y gentes se abrazaban con más gentes. Todos, de mil edades, de mil historias. Stuka, tras bambalinas, se salía de la vaina. Saltaba, reía, gritaba. Tampoco sabía bien qué hacer con tanta adrenalina histórica contenida. Y Pil se abrazaba y se sacaba alguna foto mientras sonaba un dulce teclado que iba introduciendo todo. Que lo encaminaba a "Como la primera vez".
Enseguida el escenario se volvió penumbroso. El frío y la lluvia afuera se condensaban en el interior de un Luna abarrotado hasta el tope. Había tantos cánticos cruzados entre el público. Tanta energía contenida durante décadas. Y el punk contenido quizá sea más peligroso que el plutonio mismo. Entonces apreció una luz, y Stuka vino con ella. "Rompan todo", dijo. Rió. Sobrevinieron los riffs y "Todo está bien si pierdes tu cabeza / Todo está bien si lo logras hacer / Pero no pienses que todo el mundo / Te va a comprender".
Después fue como trepar hasta lo más alto, calzarse un aladelta y sobrevolar durante más de dos horas en vuelo rasante hacia los albores de los ochenta. El sonido de las guitarras de Stuka la voz de Pil, el machaque del Polako y la potencia de Gramática. Como la primera vez.
Pil frenó el tren de golpe y dijo algo así como: "están viendo que hay muchas cámaras. Es porque de acá va a salir un disco en vivo y también un dvd".
¿Querés saber cómo siguió la lista? Así: Aburrido divertido / Somos Latinoamérica / Cambio violento / Revolución inter / Por 1980 y tantos / Moral y buenas costumbres / Violadores de la ley / Comunicado 166 / El corregidor / Zona roja. Hasta que llegó Beat africano / La rubia Tarada con el mismísimo Geniol en escena, caracterizado en un vestuario de danzante africano, al ritmo de Los Violadores. Y esta no sería la única entrada de la noche, de este performer, emblema del rock y del under de los ochenta. Peluquero y actor punk, amigo de Luca Prodan, quien inmortalizó su voz en La Rubia Tarada, cantando "un pseudo punkito, con el acento finito, quiere hacerse el chico malo...". Historia viva. Viva la historia.
Después sobrevinieron Viejos patéticos / Auschwitz / Sólo una agresión / Bombas a Londres / Mirando la guerra por tv, y las conversaciones entre Pil y la gente se multiplicaban. "Los globitos de colores se van al cielo y se pinchan", decía Pil, mientras su público extasiaba. Aseguró que "la derecha" nunca tuvo mucho sustento, y que el verdadero pensamiento siempre será de izquierda. "¿Somos todos de izquierda o no?", decía Pil mientras correteaba de una punta a la otra del escenario, agradeciendo, dando, recibiendo, a veces cosas indeseadas: "Cómo me escupieron recién ahí, hijos de puta", y volvió al ruedo.
Y llegó un inesperado y multiemotivo momento. Volvió Geniol al escenario. ¿Quién podría saber que era él? Tal vez sólo intuirlo. Porque la silueta era la de un tipo, todo vestido de negro, y en la cabeza, una enorme suerte de escafandra con forma de ojo desorbitado. Y junto con Stuka, su compinche de aquellos años cuando sonaban en Geniol con Coca, desataron la tormenta punk de algo más de dos minutos, conocida como El ojo blindado. Todos con dientes apretados. Todos dementes. ¿Dónde estábamos? Mirábamos, ¿y dónde estábamos?
Después llegó Quiero ser yo, quiero ser libre / Nada ni nadie / Más allá del bien y del mal / Espera y veras / Estás muerto / Guerra total / Mercado indio. Y el final a toda orquesta con este póker de ases: Represión / Fuera de sektor / Sin ataduras - Misirlou y el inoxidable 1, 2 Ultraviolento. Hagamos justicia poética, Represión también es inoxidable, pareciera que lo hubieran escrito ayer. ¿Cuántos años pasaron? ¿Décadas? No sé, fue como la primera vez. "Me acuerdo hace treinta años" dijo Pil, "éramos unos pocos, y miren ahora, ¡miles! Somos energía pura". Y así fue, energía pura. Una suerte de explosión libertaria. Así nomás. Nos fuimos más libres del Luna Punk. Al menos por una noche.
Todo se oscureció, suavemente, poco a poco. El Luna Park se rebautizó como Luna Punk. El griterío era de lo más disonante. Todos querían decir algo, pero nadie sabía bien qué. Y gentes se abrazaban con más gentes. Todos, de mil edades, de mil historias. Stuka, tras bambalinas, se salía de la vaina. Saltaba, reía, gritaba. Tampoco sabía bien qué hacer con tanta adrenalina histórica contenida. Y Pil se abrazaba y se sacaba alguna foto mientras sonaba un dulce teclado que iba introduciendo todo. Que lo encaminaba a "Como la primera vez".
Enseguida el escenario se volvió penumbroso. El frío y la lluvia afuera se condensaban en el interior de un Luna abarrotado hasta el tope. Había tantos cánticos cruzados entre el público. Tanta energía contenida durante décadas. Y el punk contenido quizá sea más peligroso que el plutonio mismo. Entonces apreció una luz, y Stuka vino con ella. "Rompan todo", dijo. Rió. Sobrevinieron los riffs y "Todo está bien si pierdes tu cabeza / Todo está bien si lo logras hacer / Pero no pienses que todo el mundo / Te va a comprender".
Después fue como trepar hasta lo más alto, calzarse un aladelta y sobrevolar durante más de dos horas en vuelo rasante hacia los albores de los ochenta. El sonido de las guitarras de Stuka la voz de Pil, el machaque del Polako y la potencia de Gramática. Como la primera vez.
Pil frenó el tren de golpe y dijo algo así como: "están viendo que hay muchas cámaras. Es porque de acá va a salir un disco en vivo y también un dvd".
¿Querés saber cómo siguió la lista? Así: Aburrido divertido / Somos Latinoamérica / Cambio violento / Revolución inter / Por 1980 y tantos / Moral y buenas costumbres / Violadores de la ley / Comunicado 166 / El corregidor / Zona roja. Hasta que llegó Beat africano / La rubia Tarada con el mismísimo Geniol en escena, caracterizado en un vestuario de danzante africano, al ritmo de Los Violadores. Y esta no sería la única entrada de la noche, de este performer, emblema del rock y del under de los ochenta. Peluquero y actor punk, amigo de Luca Prodan, quien inmortalizó su voz en La Rubia Tarada, cantando "un pseudo punkito, con el acento finito, quiere hacerse el chico malo...". Historia viva. Viva la historia.
Después sobrevinieron Viejos patéticos / Auschwitz / Sólo una agresión / Bombas a Londres / Mirando la guerra por tv, y las conversaciones entre Pil y la gente se multiplicaban. "Los globitos de colores se van al cielo y se pinchan", decía Pil, mientras su público extasiaba. Aseguró que "la derecha" nunca tuvo mucho sustento, y que el verdadero pensamiento siempre será de izquierda. "¿Somos todos de izquierda o no?", decía Pil mientras correteaba de una punta a la otra del escenario, agradeciendo, dando, recibiendo, a veces cosas indeseadas: "Cómo me escupieron recién ahí, hijos de puta", y volvió al ruedo.
Y llegó un inesperado y multiemotivo momento. Volvió Geniol al escenario. ¿Quién podría saber que era él? Tal vez sólo intuirlo. Porque la silueta era la de un tipo, todo vestido de negro, y en la cabeza, una enorme suerte de escafandra con forma de ojo desorbitado. Y junto con Stuka, su compinche de aquellos años cuando sonaban en Geniol con Coca, desataron la tormenta punk de algo más de dos minutos, conocida como El ojo blindado. Todos con dientes apretados. Todos dementes. ¿Dónde estábamos? Mirábamos, ¿y dónde estábamos?
Después llegó Quiero ser yo, quiero ser libre / Nada ni nadie / Más allá del bien y del mal / Espera y veras / Estás muerto / Guerra total / Mercado indio. Y el final a toda orquesta con este póker de ases: Represión / Fuera de sektor / Sin ataduras - Misirlou y el inoxidable 1, 2 Ultraviolento. Hagamos justicia poética, Represión también es inoxidable, pareciera que lo hubieran escrito ayer. ¿Cuántos años pasaron? ¿Décadas? No sé, fue como la primera vez. "Me acuerdo hace treinta años" dijo Pil, "éramos unos pocos, y miren ahora, ¡miles! Somos energía pura". Y así fue, energía pura. Una suerte de explosión libertaria. Así nomás. Nos fuimos más libres del Luna Punk. Al menos por una noche.
Fuente: Oir Mortales