La legendaria banda de Manchester brindó un excelente show de más de dos
horas en el que repasó sus más grandes clásicos y varias gemas de Joy
Division.
La mezcla perfecta de pop, rock y música electrónica. Eso es lo que ofreció (otra vez) New Order, el viernes por la noche en el estadio Obras, en su nueva visita a Buenos Aires.
En un recital de más de dos horas, los formados en Manchester volvieron a demostrar que son los reyes de este estilo surgido en la riquísima década de los ’80 e hicieron bailar y delirar a un público entusiasta y fiel que, si bien estuvo integrado por un considerable número de fans (en su mayoría pasando los treinta y varios), no llegó a colmar el mítico Templo del Rock porteño.
Poco antes de las 21:30, las luces se apagaron y una monumental pantalla se encendió, mostrando ensoñadoras imágenes de clavadistas realizando saltos ornamentales en cámara lenta, dando el primer indicio de uno de los puntos más elevados que tendría el show: la calidad, buen gusto y potencia del material visual que acompañó a los músicos durante todo el espectáculo, con piezas diversas y diferentes para cada una de las canciones. Segundos después, Bernard Sumner, Stephen Morris, Gillian Gilbert, Phil Cunningham y Tom Chapman pisaron el escenario y abrieron el fuego con “Singularity”.
Y si la recepción que tuvo este tema, el primero de los cuatro que tocaron de su última placa de estudio “Music complete”, fue muy buena, ¡imagínense lo que pasó cuando el riff de “Age of consent” comenzó a sonar!
A partir de ese momento, una verdadera catarata de clásicos comenzó a inundar el recinto de Núñez y a empapar los cuerpos y corazones del respetable, que vibró con cada uno de ellos. Así pasaron “Ultraviolence”, “Disorder” (el primero de Joy Division de la noche), “Your silent face” (una de las mejores interpretaciones de la velada), el ultra hitazo “Bizarre love triangle” y las geniales e inoxidables “True faith”, “Blue monday” y “Temptation”.
Pero, al parecer, las brillantes performances de todos los músicos -que, salvando el bajo volumen inicial, sonaron increíble durante todo el concierto (especial mención para Chapman, ocupando los pesados zapatos que dejó el histórico, talentoso y carismático Peter Hook tras su partida del grupo en 2007 y siempre presente en la memoria de los fans)- no eran suficientes. Faltaba un broche de oro.
Así fue que, tras haber abandonado las tablas por unos minutos, el legendario quinteto volvió para revivir una buena parte de lo que, justamente, los convirtió en leyenda. En otras palabras, esas dos palabras: Joy Division. Y esas otras dos palabras, tan importantes como las primeras: Ian Curtis.
Con imágenes de su ex líder (verdadero ícono de la historia del Rock tras su suicidio en 1980) apareciendo en los videos de las pantallas como si fuese una visión fantasmal (¿efecto buscado?), los ex JD se despacharon con grandes versiones de tres verdaderas gemas post-punk: “Atmosphere”, “Decades” y ese himno que es “Love will tear us apart”.
Y con los británicos felices, y los argentinos más aún, pasó un nuevo show de New Order en la Argentina. Y pasó dejando una certeza: no fue uno más.
En un recital de más de dos horas, los formados en Manchester volvieron a demostrar que son los reyes de este estilo surgido en la riquísima década de los ’80 e hicieron bailar y delirar a un público entusiasta y fiel que, si bien estuvo integrado por un considerable número de fans (en su mayoría pasando los treinta y varios), no llegó a colmar el mítico Templo del Rock porteño.
Poco antes de las 21:30, las luces se apagaron y una monumental pantalla se encendió, mostrando ensoñadoras imágenes de clavadistas realizando saltos ornamentales en cámara lenta, dando el primer indicio de uno de los puntos más elevados que tendría el show: la calidad, buen gusto y potencia del material visual que acompañó a los músicos durante todo el espectáculo, con piezas diversas y diferentes para cada una de las canciones. Segundos después, Bernard Sumner, Stephen Morris, Gillian Gilbert, Phil Cunningham y Tom Chapman pisaron el escenario y abrieron el fuego con “Singularity”.
Y si la recepción que tuvo este tema, el primero de los cuatro que tocaron de su última placa de estudio “Music complete”, fue muy buena, ¡imagínense lo que pasó cuando el riff de “Age of consent” comenzó a sonar!
A partir de ese momento, una verdadera catarata de clásicos comenzó a inundar el recinto de Núñez y a empapar los cuerpos y corazones del respetable, que vibró con cada uno de ellos. Así pasaron “Ultraviolence”, “Disorder” (el primero de Joy Division de la noche), “Your silent face” (una de las mejores interpretaciones de la velada), el ultra hitazo “Bizarre love triangle” y las geniales e inoxidables “True faith”, “Blue monday” y “Temptation”.
Pero, al parecer, las brillantes performances de todos los músicos -que, salvando el bajo volumen inicial, sonaron increíble durante todo el concierto (especial mención para Chapman, ocupando los pesados zapatos que dejó el histórico, talentoso y carismático Peter Hook tras su partida del grupo en 2007 y siempre presente en la memoria de los fans)- no eran suficientes. Faltaba un broche de oro.
Así fue que, tras haber abandonado las tablas por unos minutos, el legendario quinteto volvió para revivir una buena parte de lo que, justamente, los convirtió en leyenda. En otras palabras, esas dos palabras: Joy Division. Y esas otras dos palabras, tan importantes como las primeras: Ian Curtis.
Con imágenes de su ex líder (verdadero ícono de la historia del Rock tras su suicidio en 1980) apareciendo en los videos de las pantallas como si fuese una visión fantasmal (¿efecto buscado?), los ex JD se despacharon con grandes versiones de tres verdaderas gemas post-punk: “Atmosphere”, “Decades” y ese himno que es “Love will tear us apart”.
Y con los británicos felices, y los argentinos más aún, pasó un nuevo show de New Order en la Argentina. Y pasó dejando una certeza: no fue uno más.
Fuente: Diario Popular