A comienzos de la década de 1980 el pop se acaparaba listas con grandes exponentes que harían historia como Madonna o Michael Jackson, el rock y el metal tuvo uno de sus más fructíferos años, en que sendas placas vieron luz ese año, de las que hasta el día de hoy son veneradas y que seguimos escuchando día a día.
La Bay Area de San Francisco estaba en un punto de ebullición máximo y fue una banda llamada Metallica
que nos volaba la cabeza con su tremendo debut lleno de speed thrash y
adrenalina llamado “Kill ‘Em All”, sin embargo ese mismo año antes
habían expulsado a uno de sus integrantes clave como Dave Mustaine. El
destino le deparó otra cosa al colorín guitarrista, quien formaría otra
banda llamada Megadeth, que vaya que también supo anotarse en el panteón
del olimpo del metal.
Ya con Bruce Dickinson en sus filas y tras haber lanzado esa gran placa como “The Number of The Beast”, Iron Maiden
vuelve a la carga con el visionario “Piece of Mind”, incluyendo por
primera a vez a un baterista que no los dejaría jamás: el gran Nicko
McBrain. Slayer era otra banda que debutaba, con un
sucio pero incitador “Show No Mercy”. La voz asesina de este forajido
chileno llamado Tom Araya, más las siniestras guitarras de Hanneman y
Kerry King nos mostraban un diabólico thrash metal, desatando el más
oscuro de los infiernos musicales. Black Sabbath, por
su parte, seguía en la constante búsqueda y cambios de integrantes y fue
en este “Born Again”, cuando Ian Gillan decidió hacerse cargo de las
voces. Sería el único del legendario Deep Purple en la voz del grupo.
Definitivamente, no encajaría mucho pese a no ser un mal disco.
Siguiendo en la línea, y luego de la salida de Dio de
las filas de los de Birmingham, el “enano infernal” debutaba con el
clásico “Holy Diver”, donde desde ya empezaría a hacer leyenda con su
portentosa voz dejando una gran cantidad de himnos del heavy.
El glam y el hard rock encontraba levantando carreras a grandes exponentes por este año: Mötley Crüe lanzaba el imprescindible “Shout at The Devil” y Quiet Riot hacía lo propio con “Metal Health”. “Pyromania” era lo que dejaba Def Leppard, exitoso disco de los ingleses (un año antes del fatal accidente del batero Rick Allen donde perdería un brazo). Journey ese año con “Frontiers” marcaba el que quizá es su disco más trascendente. El gran Ozzy Osbourne
continuaba su carrera en solitario con “Bark At The Moon” (enormes
temas como la que tituló al disco, ‘Center of Eternity’, ‘Rock’n’Roll
Rebel’ o ‘So Tired’ dejó ese notable registro). Kiss,
dejando los maquillajes guardados en los camarines, lanzaban “Lick It
Up”, que también aportó con clásicos a su imparable carrera. Thin Lizzy, por su lado lanzaba “Thunder and Lightning” (último de Thin Lizzy como tal y con un capo como Jonh Sykes en la guitarra).
1983 marcó un año de contrastes para The Police
con el “Synchronicity”, ya que sería uno de los más exitosos, pero el
último de una carrera extraordinariamente ascendente. Otra banda que
estaba debatiéndose en la interrogante en cuanto a continuidad fue Pink Floyd,
tras tener una abrumadoramente exitosa década en los 70’s, egos e
intereses legales marcaron el final de la sociedad Waters/Gilmour con un
disco que con su nombre lo dijo todo: “The Final Cut”. Bowie,
por su parte, y ya con una entrega más abierta hacia el pop lanzaría el
“Let’s Dance”, bajo el alero productor de Nile Rodgers, disco que le
dejó grandes dividendos y lo vio renacer con una más de sus incontables
facetas, la del ícono pop y todo un personaje para la década. U2,
en tanto, lanzaba “War”, disco marcado por temáticas antibélicas y que
fue parte de una trilogía de discos de gran factura en su primera etapa,
aunque ha quedado un poco subvalorado por sus placas venideras.
El hardcore punk de los de Washington D.C. como Bad Brains nos apabulló con esa actitud y fusión caótica en todo su esplendor con “Rock For Light”, en tanto los californianos de Bad Religion lanzaban un extraño y difuso “Into The Unknown”. Los contestatarios skaters Suicidal Tendencies
daban también su primer aviso con el homónimo, liderados por un tipo
lleno de carisma y actitud como Mike Muir. De la vereda del garage/noise
Sonic Youth debutaba con “Confusion Is Sex”, pieza de culto para una carrera absolutamente influyente en el rock alternativo. R.E.M. lanzaba el notable e introspectivo “Murmur” (también algo eclipsado con sus discos de más adelante).
Por supuesto, no lo fue todo. Y bandas reconocidas también tuvieron sus puntos bajos: Depeche Mode con ‘Construction Time Again’ todavía no lograba meterse de lleno en el reconocimiento masivo y AC/DC lanzaba “Flick On The Switch”, quizá uno de los pocos discos flojos en su carrera.
Aquí fue el año del mítico Luca Prodán y el resultado de su
influencia musical de mundo llevado al español con Sumo y su gran álbum “Corpiños en la Madrugada” (aunque ese año sólo lanzado en casette) y Charly García
aportaba con el aclamado “Clics Modernos” (sindicado por la Rolling
Stone como el segundo mejor disco de la historia del rock
argentino) y, no dejar de mencionar, que el metal argento veía en V8 con “Luchando por el metal”, el primer disco con todas las de la ley de heavy metal en estas tierras.