“Pensando en vos”, tema que abre el disco, arranca fuerte, con un riff de sintetizadores celebratorio y un ritmo que avanza sin mirar atrás. De entrada, se luce el gran trabajo melódico de la banda, una constante a lo largo del álbum. “Infieles” y “El recuerdo” despliegan un pop sofisticado para el cuerpo y los sentimientos, con el groove como protagonista principal, y demostrando que la elegancia y el swing son una de las búsquedas conceptuales. Los aires al pop setentoso aparecen con referencias a ABBA, Barry White y Michael Jackson, aunque también están atentos a artistas más contemporáneos como Phoenix, Bruno Mars, The 1975 y Harry Styles.
Si bien los sintetizadores a cargo de Tomas Iglesias son la espina medular del sonido de Dharma y Flora, hay un espíritu muy orgánico en sus composiciones. Una balada mecanizada como “Mi cumpleaños” consigue emocionar y generar un ambiente de melancolía nocturna. El clímax del estribillo está hecho a la medida de un show en vivo. “Lo que nos pasa” levanta el ritmo (con un gran trabajo del baterista Julian Irigoyen), pero la melancolía se queda, con una letra que orbita sobre los desencuentros y la soledad.
“Ella se fue” coquetea con el rock, con la guitarra de Francisco Podesta al frente. Como contrapunto, “Una canción” muestra el lado más despojado de la banda. Una balada al piano que reflexiona sobre las canciones de (des)amor, memorable y emotiva, que sin dudas será otro momento especial en sus shows en vivo. El cierre llega con “1557”, un tema optimista que celebra los vínculos personales, perfecto para cantar con amigos.
El resultado final es disco de movimiento y sensibilidad que funciona como una bocanada de aire fresco en medio del caos.